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«No estamos acostumbrados a la vida pacífica; en casa, en Ochakiv, me siento insegura, tengo mucho miedo”, comenta Irina, de 14 años, que forma parte del grupo de 25 niños que han viajado a Catalunya para desconectar durante tres semanas de la guerra. Los escolares llegaron el pasado viernes a Pineda de Mar, pasado mañana se desplazarán a Salou y culminarán su estancia en la costa catalana en Calella.