Estupor, pero en ningún caso inquietud. Ese ha sido el efecto que los insólitos acontecimientos del jueves en la sede del Orféo Martinenc han provocado en las filas del gobierno socialista de Barcelona. A la hora de buscar algo comparable al aplazamiento sine die de la asamblea en que se debía decidir la entrada o no en el ejecutivo de Jaume Collboni, muchos se remontan al legendario empate a 1.515 votos en aquella asamblea de la CUP que debía decidir la suerte de la investidura de Artur Mas.
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