Esta es una historia peculiar. Es el viaje de un ser pequeño y frágil, con una vida breve, pero que, con su presencia y todo lo que representa, emociona, conmueve, genera ilusión y hace bombear los corazones con alegría. Ella –porque es ella– se llama rosa –así, en minúscula– y es de la variedad Freedom; un buen apellido, con pedigrí reivindicativo. Nació hace pocas semanas en un campo de la provincia de Pichincha, en Ecuador. Los campesinos de la zona la recogieron, cuidadosamente, junto a miles de flores más, tras un encargo de la histórica Floristería Navarro –con casi 70 años de vida– de Barcelona.
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