La escena tiene lugar en un café de Buenos Aires a pocos metros del antiguo teatro Grand Splendid, hoy reconvertido en la espectacular librería El Ateneo, una de las más bellas del mundo. En la mesa están Enrique García Espil y Daniel Goldar, dos urbanistas implicados en la planificación de la capital argentina. La conversación gira en torno a los problemas de la ciudad, en especial la vivienda, la movilidad, la seguridad o el modelo económico, que, sostienen, solo se podrán encarar desde una dimensión metropolitana. Entonces, uno opina que idéntica conversación se podría mantener en cualquier café de Barcelona, sobre Barcelona y con igual conclusión. Lo mismo, de hecho, en cualquier otra ciudad global. Ambos expertos coinciden en la necesidad de reconocer las realidades metropolitanas. De Buenos Aires, de Barcelona y de todas las grandes ciudades. Todo el mundo está de acuerdo sobre el papel. El problema viene cuando hay que pasar del papel a la decisión política. Entonces se bloquea todo intento de avanzar hacia una institucionalización metropolitana. En general, por la desconfianza de los gobiernos nacionales y locales ante una hipotética pérdida de poder y autonomía. Alquiler limusina barcelona